miércoles, 2 de diciembre de 2009

UN INCREÍBLE RELATO DE LO VIVIDO PARA EL PLEBISCITO DE 1988

Qué culpa tiene el tomate...que está tranquilo en la mata!
Un artículo de Angélica González que hoy vive en Suecia
¿Quién no le sacó copia a algún casete de Silvio Rodríguez o Quilapayún?. ”Qué culpa tiene el tomate, que está tranquilo en la mata”, la escuché la primera vez que fuimos a una protesta la cual no me acuerdo si estaba autorizada o no? Tenía 15 años y era el año 1983.Lugar: Parque Alejo Barrios. Cuidad: Valparaíso. La micro, una Agdabus de color celeste viejita, pero funcionaba. La mentira para salir de la casa: “vamos a ir a un cumpleaños”, la que se usaba siempre, no me acuerdo como se llenó ese bus pero se llenó con tantas vidas diferentes, separaciones involuntarias, dolor, historias tejidas, anhelo por saber que pasó, sueños por concluir, destinos esperados, banderas y un montón de panfletos con consignas políticas que me encantaban repetir como loro.

Entusiasmada por mi pasión por lo prohibido, mi alma revolucionaria y la manía de llevar siempre la contraria, caminé al compás de las canciones, aspirando el aire marino, la vista hacia las casas colgantes en nuestro hermoso puerto ” Yo te nombro Libertad, escribo tu nombre en las paredes de mi cuidad”, se alzaban las voces unidas por la razón, guiadas por el anhelo del cambio, estas voces unidas por diferentes banderas entrelazadas con un montón de amor a la libertad, el amor a la vida, la reconciliación esperada, el deseo de rebelarse y mis demonios en proceso de incubación, era lo que más me motivaba, no importando que al final de la manifestación cayeran la lluvia de bombas lacrimógenas, la arrancadera para todas las direcciones y la tosedera con lágrimas a la subida del bus que estaba más lleno que antes.

Todo ese amor a la libertad y a la vida generó una fuerza, esa fuerza que nada ni nadie pudo detener al proceso democrático. El derrocamiento de Salvador Allende en 1973, impactó a toda la comunidad internacional, la muerte nunca es justificada, sea del lado que sea. Este proceso que fue repudiado y aplaudido por otros es parte de nuestro destino y de nuestra historia. Tenía 5 años cuando fue el pronunciamiento militar y de lo único que me acuerdo es de un plato de porotos con riendas, azúcar negra, el árbol de damasco en medio del patio, mi perro que por accidente mató al lorito de la vecina.

Los días pasaban con marchas militares en las radios, la canción ”Libre” de Nino Bravo a cada rato, los vecinos pintaban las murallas de blanco porque ya no había gobierno Socialista. Los canales de televisión, los diarios y todos los medios de comunicación estaban totalmente controlados por el gobierno militar del Tata Pinochet, esos recuerdos vagos e infantiles son los únicos pedazos que tengo de esa época, no son muy transparentes, pero son válidos.

Así comenzó la historia de mi revolución interna pero también la revolución de muchos, así llegaron las noches compartidas por los revolucionarios de ese tiempo, la infaltable guitarra interpretando ”Indio hermano ” o ”Todos juntos” porque quién no se las sabía? El tiempo lo mezclamos con cigarros, el indispensable café barato ,el vino en garrafa, las peñas clandestinas acompañadas de vino navegado, empanadas mezcladas con largas conversaciones, relatos increíbles, historias, desacuerdos mutuos, llanto por lo perdido y por lo que hay que perdonar, más aún la mirada hacia la incertidumbre de lo que iba a pasar, la interrogante de el futuro político de Chile. Teníamos muchas contradicciones con los adultos, ellos vivieron otra realidad y todas las realidades son válidas .Por alguna razón que no sé explicar siempre he tenido una fascinación por Salvador Allende, mi pobre mamá preocupada por mi reputación de izquierdista, lana y equivocada de partido, con el pasaje más que asegurado a Cuba como me decían dos viejitas del otro bando, se preguntaba muchas veces : a quién habrá salido ésta niñita…pero ni siquiera yo lo sé.

El presente de esta niñita era otra, muchas preguntas me agobiaban, tuve mis primeros demonios en proceso de incubación, quería saber más cosas, profundizar en otros temas, cuestionar y por sobretodo llevarle la contraria a todos. No había visto Chile, ni había escuchado la canción ”El viaje” de Schwenke y Nilo. No había visto los rostros de la gente, los niños, los deseos, los fracasos, las separaciones involuntarias, el exilio de muchos, los temas de la educación, la salud, el trabajo, el arte, la música, la poesía ,todo lo que está unido, tejido y entrelazado formando una comunidad, no importando tu color, tu creencia, tu religión, tu nombre o si tu apellido es González o Tapia porque al igual como lo interpretaban los Prisioneros, sentíamos una idea, porque no queríamos seguir pateando piedras ,queríamos ser la voz de los 80, pero primero teníamos que unirnos, otros reconciliarse con el pasado, terminar con las culpas y envolverse en el canto a la vida.

Una de las cosas que más impactó de ese periodo fue el "Caso degollados": El sociólogo José Manuel Parada, el profesor Manuel Guerrero y el dibujante publicista Santiago Nattino, miembros del proscrito Partido Comunista, aparecen degollados el 30 de marzo de 1985. Esa noche a través de la Radio Cooperativa se escuchaban los llamados y las oraciones por la vida, sentí mucho miedo, pero mi rebeldía, mis demonios en proceso de incubación sobrellevaron ese miedo, mi miedo y el miedo de muchos, la intención de luchar para que nunca más en Chile, como lo interpretaban Sol y Lluvia se repitiera ésta historia, pero había que sobrepasar muchas barreras, muchas dificultades y muchos desacuerdos.

La concertación por el No, una mezcla variada con muchos políticos de antes, nuevos rojos, verdes, azules, naranjas, toda una diversidad de colores pero con la vista hacia adelante, artistas, músicos, actores de teatro, pintores y poetas. Teníamos que empezar por algo, comenzamos a golpear las puertas, a convencer a la gente que el voto era secreto, que había que registrarse en los registros electorales, muchos nos escucharon, otros nos tiraron la puerta en las narices, pero también nos entreteníamos provocando a los del otro bando, los fachos decíamos nosotros, creo que pocas murallas se salvaron y hasta la foto de Pinochet en la Estación de Limache sufrió una transformación de arte, más la lluvia de panfletos que caían para todos lados. “El fin justifica los medios” (como decía Maquiavelo ) las discusiones radicales, los meeting, las marchas con las banderas a paso rápido hasta que llegó Carabineros de Chile y se nos ocurrió cantar la canción nacional, nos tomamos la plaza pero no creo que éramos miles, ésta generación a pesar de todas las dificultades, la falta de organización, las cosas no muy claras, no tenía intereses creados, ni ambiciones políticas, ésta generación quería construir algo. Esta generación efervescente, voluntariosa, se la jugó con cualquier medio y posibilidad por Chile. Cometimos muchos errores pero la pregunta es hoy: ¿hemos aprendido? Pudimos salir en televisión, algunos minutos permitidos por la llamada franja política, Patricio Bañados en las pantallas de televisión, en esos minutos con todo su colorido de desacuerdos, desconfianzas y diferencias, junto a casi todos los artistas, músicos que no habíamos visto hace años en la televisión, entonábamos el himno de la concertación por el NO : ”Chile la alegría ya viene”. Quién se olvidaría del dedo de Don Ricardo Lagos. Quién no se acuerda del testimonio de Carlos Caszely…

El día más esperado, el 5 de octubre llegó, en casi todas las mesas había apoderados de mesa para controlar el escrutinio, el aire estaba denso, el día anterior hubo unos bombazos, nadie sabía por qué todo estaba oscuro, hasta aquí llegó mi viaje me dije. Me acordé de esas dos viejitas del otro bando que me tenían el pasaje reservado para Cuba. Todo el mundo internacional tenía los ojos clavados en Chile, no puedo negar que estaba nerviosa, tenía miedo, las horas pasaban, hacía calor, la presión de tantos meses, la espera continuaba, las manos me transpiraban. Alguien me susurró al oído que si en mi mesa ganaba el NO significaba que íbamos a ganar todo el plebiscito, pero para mi desilusión y alegría para otros, en mi mesa ganó el Sí y en la otras mesas restantes también, porque muchas mujeres votaron por el Tata Pinochet.

Esa noche nos reunimos en una casa grande, repletada de nervios, humo de cigarro, se hablaba por teléfono y se escribían notas, la televisión a todo volumen, las fuerzas armadas estaban en su sitio, se prohibieron todo tipo de celebraciones, otros querían derrocar al Tata Pinochet, otros defenderlo y ya los cómputos estaban casi listos cuando uno de los comandantes en jefes se dirigió a los periodistas diciendo que: había que reconocer el triunfo del NO!! eso fue una explosión interna mezclada de alegría, abrazos eternos, llantos mientras la radio a todo volumen trasmitía el triunfo, cantando ”Venceremos ” y mi fascinación de lo vivido, las historias vividas, el dolor compartido, los anhelos, la mitad de la tarea estaba cumplida.

En un año se llamaba a las elecciones presidenciales y parlamentarias, porque así lo dictaba la constitución de 1980, la concertación se abanderó y nominó a un candidato, Patricio Aylwin fue nuestro primer presidente en democracia, la victoria fue personal y compartida para todos los que compartieron ésta experiencia. Creo que nos ganamos esa alegría, la disfrutamos y lo que pasó después es otra historia, no fui parar a Cuba fui a parar a otro país donde estoy construyendo otra historia. A todos los revolucionarios de éste mundo, a mi sobrina que no sufre la nostalgia de la dictadura, a todos los revolucionarios que hoy están esparcidos por el mundo. Mi recuerdo, mi nostalgia, mi amor y mi luz!