miércoles, 1 de febrero de 2012

El SACRIFICIO de ser MUJER


Mujeres de la sierra ecuatoriana
Existe una diversidad tan amplia de mujeres en el mundo que definir en pocas palabras lo que se trae entrelíneas nuestro género es algo complejo. He visto féminas en Chile y también en la sierra Ecuatoriana donde el machismo no es identificado como tal porque la mujer cree que “el mundo es así”.

También he compartido con suecas, italianas, españolas, colombianas, peruanas, marroquíes y en cada una de ellas existe un mundo cultural que refleja un significado diferente ante el ejercicio diario de “ser mujer”.

Pero sin duda hay una especie de féminas que piensan que la palabra que las define es el “sacrificio”, creen que vinieron a sufrir, que las cosas nunca son justas para ellas y que es el hombre el único que goza. Ellas no saben que entre sus piernas existe un órgano que les permite el  placer, porque no saben que pueden sentirlo. Es más, controlan todo lo que se mueve y si fuera por ellas, darían su vida por ser amadas – ¡y quién no!-.

Las del sacrificio saben que no “merecen” mucho, es más, se comen la porción más pequeña del almuerzo o se sirven al último el plato de comida pensando que son buenos seres humanos y además cuidan del marido hasta sus últimos días, aunque el muy egoísta las maltratara, llegara borracho o saliera con los amigos mientras ella lo espera sola, muy sola en casa, sintiéndose triste y sin poder contarle a nadie que ya no lo soporta… ustedes saben “es que los niños están chicos”, “es que la familia”, “es que el cura dijo que era para siempre”, en fin.

Las que “se sacrifican” transforman su discurso y lo que les sucede bajo esa premisa. La queja y la insatisfacción mezclada con la melancolía las convierten en frígidas, tienen relaciones sexuales dolorosas, no se dan espacio para el placer o para decir “hoy no quiero”.  Existen detalles cotidianos que materializan ese sacrificio a través de sus prácticas como el mirarse poco o casi nada al espejo, se avergüenzan de su cuerpo y por último, les compran ropa al marido, ya que él “no sabe hacerlo”.

Todo parece indicar que su entorno y mundo es brutal e injusto, pero quién permite, quién no establece los límites, quién es la que calla mientras da a entender que todo resulta, quién es la que se resigna, quién es la que puede decidir "basta".

Cuando tuve la oportunidad de vivir cerca de las mujeres de la sierra ecuatoriana, me di cuenta que ellas desconocen la queja, practican el silencio y casi siempre se les ve como si estuvieran “ausentes” amamantando a sus hijos. Cada día es una dura rutina, ya sea  ordeñando las vacas, alimentando a los animales, haciendo la comida  y criando a sus más de siete hijos. Su marido por lo general es alcohólico y desconoce la afectividad. Ella nunca se divierte y siempre está ocupada, ella no para desde las 5 de la madrugada hasta que se esconde el sol.

En cambio las del “sacrificio” usan esta palabra para la mayoría de las cosas que hacen, porque todo parece serlo . Existen otras mujeres en el mundo que no tienen aún acceso a un mundo diferente y que ni siquiera saben que sus vidas son sacrificadas porque no conocen otras realidades.

Por tal razón y en solidaridad con aquellas que aún cargan sus hijos en las espaldas mientras tejen caminando hacia su trabajo campesino, les pido a las del “sacrificio” que vean más allá de sus vidas, de sus ombligos y traten de cambiar su realidad, de seguro podrán por el simple hecho de conocer otros mundos que brindan la esperanza y las posibilidades de un “estar” distinto, incluso, muchas de ustedes son profesionales o saben leer y escribir, mientras otras mujeres, habitantes del siglo XIX, ni siquiera han escuchado su propia voz.

¡Abajo el sacrificio que desde hoy son mujeres libres! 

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